lunes, 28 de diciembre de 2009

Adictos al amor


"Porque lo amo"
Adictas al amor

¿Cuántas veces escuchaste o diste esta respuesta, frente a situaciones de parejas que durante años arrastran historias de desamor, violencia, indiferencia?

Mayoritariamente mujeres, pero también hombres, hay personas que llegan a anularse y a sufrir lo indecible "en nombre del amor".

Si seguro coincidiríamos en pensar que una relación afectiva que lleva al sufrimiento cíclico o permanente, no puede llamarse amor... entonces ¿qué es lo que hace que muchas personas sigan invocándolo cuando son declaradamente infelices en sus relaciones de pareja?.

Sentirse "necesitado/a".

Incapacidad para "arreglárselas solo/a"

Imposibilidad de afrontar socialmente la separación.

Incapacidad de criar a los/as hijos/as lejos del otro padre.

etc.

La adicción afectiva o emocional existe como cualquier otra adicción. Es más complejo identificar las adicciones que no son a sustancias. Sin embargo, fíjate : ambos sufren cuando "eso" (droga, alcohol, amor, trabajo, una persona, etc.) falta en sus vidas; y ambos llevan una relación ambivalente con "eso" que es fuente de toda su vida, y también de toda "desgracia".

La adicción afectiva implica una desvalorización intrínseca de la relación amorosa : cualquier sentimiento puede ocupar ese lugar. Desde el temor al abandono a la excitación sexual, pueden aparecer como si fuera amor.

Situaciones no resueltas durante su desarrollo afectivo, anulan en el adicto emocional el reconocimiento del sentimiento, así es que no existe la capacidad de diferenciar entre amor y otros afectos, incluso hostiles.

Historias infantiles de abuso, de secretos familiares, de infidelidades negadas, de violencia familiar, van generando desde niño o niña, una idea errónea del sentimiento amoroso, el que ha quedado -desde la infancia- ligado a ideas de desvalorización personal.

La personas se siente absolutamente imposibilitada de transitar la vida o un período de ella, sin pareja. Se siente impulsada a sostener a cualquier costo una relación afectiva, incluso al de la propia desvalorización y sufrimiento.

Surgen así "certezas" :

es imposible pensar siquiera la vida sin esa persona;

el otro algún día será el que se sueña que sea;

en un "fondo" que nunca llega, la persona que se cree amar en realidad es otra que la que muestra ser;

"por los hijos" es mejor mantener la pareja;

solo/a no podrá afrontar la vida.

Es habitual en estas parejas que -en un comienzo- surjan idealizaciones muy fuertes. El otro aparece como el hombre o la mujer "soñados", el "hecho para una/o".

En general son relaciones que comienzan como grandes pasiones y que a poco de andar hacen aparecer antiguos sufrimientos que carga cada uno en su vida.

El intento vano de sostener la fantasía inicial, lleva a la negación de ese sufrimiento que el vínculo con el otro convoca, y comienza un período de negación sistemática. Negación sistemática que es la misma que ha llevado la persona aún antes del vínculo amoroso, pero con este adquiere un nuevo sentido : sostener el ideal a través de sostener la relación con el otro.

De allí en más la relación de pareja se sumerge en el ida y vuelta del colapso a la pasión. Como esta última siempre reaparece, se comienza "desvalorizando" el colapso, hasta que este adquiere un sentido de permanencia y un grado de sufrimiento, que ni los tiempos de pasión logran subsanar.

Las carencias afectivas históricas, encuentran su respuesta fallida en la necesidad de estar enamorado... a cualquier precio. Incluso el de hacer de cuenta que no se ve lo que está a la vista : que en esa relación no existe amor.

Esa ida y vuelta del colapso a la pasión, "renueva" la sensación del enamoramiento. Esta es "la droga" que el adicto afectivo necesita. Si el amor no implica alegría, no es amor. En estos vínculos subsiste el desconcierto, la inseguridad y la euforia momentanea que el adicto afectivo confunde -por desconocimiento- con la alegría de un vínculo que enriquece la vida.

Este modo de vincularse no concluye con la separación. Prosigue en el vinculo futuro con la ex pareja, tanto como en la próxima búsqueda compulsiva del enamoramiento, y son personas "condenadas" a la repetición si no pueden detenerse -solas- a elaborar qué es lo que las lleva a ese modo de relacionarse afectivamente.

Al adicto afectivo le cuesta mucho permanecer sin pareja, necesitan del otro para sentirse personas completas. Tienen más o menos graves incompletudes en su autoestima, que lo lleva en la adultez a sentirse imposibilitados tanto de vivir sin el otro, como de encontrarse con un otro que no repita una historia infantil dificil.

La idea de que va a cambiar cuanto más amor el/ella le entreguen es una constante en estos modos de vincularse, que tal vez encuentre su raíz en haber tenido una infancia teñida de este sentimiento que permitió la supervivencia en vínculos fundamentales caracterizados por el desamor.

Relaciones de este tipo pueden durar toda la vida, mientras el dolor sea soportable. Cuál es este umbral de dolor soportable, depende de cada historia personal.

Muchas veces existe la plena conciencia de que el otro "le hace mal", sin embargo el adicto no puede ni ponderar la idea de dejar sufrir. Es allí cuando aparece la fantasía de que el otro "ya va a cambiar"; o de que él/ella es a su vez una víctima de alguna otra relación que lo lastima.

Ideas del tipo : "pobre, con lo que sufrió en su infancia... es por eso que me pega"; o "no lo reconocen en su trabajo, por eso viene de mal humor"; cuando no : "tiene razón... es que tal cosa que hice estuvo mal", van "justificando" el seguir sosteniendo un vínculo esencialmente desvalorizante para el adicto afectivo.

La baja autoestima de ambos miembros de la pareja es una constante en estas relaciones, las que a veces llegan a modos psicopáticos de vincularse, bajo estilos de manipulación y violencia psicológica severos para ellos y los hijos e hijas, que son SIEMPRE víctimas en el sostenimiento en el tiempo de estas relaciones afectivas de los padres.

Estas relaciones -cuando terminan- lo hacen siempre en estados depresivos más o menos profundos de uno o ambos miembros de la pareja.

No "curarse" de estos modos de amor, es la condena a la repetición en las futuras relaciones afectivas.

El adicto afectivo es un niño o una niña haciendo cosas de grande, su modo de amar no ha crecido, no se ha desarrollado, sigue siendo aquel que "quiere" a su osito de peluche, sin poder reconocer en él a un ser independiente, sin poder "pensarse" él mismo lejos de su juguete, aunque permanecer lo haga sufrir...



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