viernes, 1 de enero de 2010

2010


Foto: Valeria Vergara

Cerré mis ojos, un fuerte dolor me oprimía el alma, sentí la soledad de las que retiran el aliento, la noche era fresca, yo sentía frío, frío en mis huesos.

Era simplemente una más en el mundo que en la última noche del año se encontró sola, era una más, pero era yo, o tal vez vos, o quizá el que sufre en un hospital, o quizá el que no tuvo que cenar, era una más, ni mártir, ni víctima, sólo una más.

Le bebida que mojó mis labios fueron mis propias lágrimas, no había pensamientos, sólo sentía recorrer mis mejillas esa caricia tibia, que te moja la cara, que te empaña la vista, que te interrumpe el buen respirar.

Apagué la luz… aunque estuviera prendida, mis ojos estaban oscuros, cerrados, mis pestañas mojadas, mi garganta cerrada, mi corazón al galope….

Me quedé dormida, serían las 22:00 de la noche del 31 de diciembre de 2009, cuando desperté, ya estaba en otro año, no lo vi llegar, no escuché la alegría de la gente, ni los fuegos de artificios alumbrando el cielo, ni los deseos de felicidad, por esas tres horas creo que morí.

Ya no me pregunto nada, sólo estoy sorprendida, en toda mi vida es la primera vez que no me doy cuentas que cambia el año, aunque sea un segundo, un momento, nunca más volveré a recuperarlo.

Y con esto reflexiono y pienso, cuántas cosas perdemos y no nos enteramos, o cuando reaccionamos ya se fue ese instante, ya pasó.

Aunque no lo vi llegar, de todos modos sueño con ver y vivir cada día de este año…¿ cómo experiencia?, desconcertante, pero como el junco me doblo pero no me quiebro.

¿Dónde estaban los míos? Ellos estaban despiertos, la que me quedé dormida en soledad fui yo.

Almamía

Historias de vida- Sobreviviendo a mi misma.

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