miércoles, 6 de enero de 2010

Señorita Delia


Era mi primer día en la escuela primaria. Asustada, con mi guardapolvo reluciente, acompañada por mi madre, esperaba ansiosa lo que aún desconocía.

Luego del saludo de una Señora muy seria, que luego supe que era la “Señora Directora”nos hicieron formar una fila, y por apellido fueron formando los grupos.

Entramos al salón, era de techo saltos, muy altos para mi que sólo tenía 6 años, ventanas que dejaban pasar la luz que provenía de un patio descubierto.

De repente la vi llegar. Alta, elegante, majestuosa, con una cola en su cabello y un moño que la hacía impactante, se presentó, “yo soy la Señorita Delia”…

Señorita Delia, la que me enseñó a leer y escribir, la que me corrigió tantas veces la letra “a” manuscrita hasta que aprendí a realizarla como se debía. La señorita que cuando te corregía las tareas te estimulaba, la señorita que nos hacía bromas, y no por eso le faltamos jamás el respeto.

Delia era una mujer especial, la vida quiso que luego volviera a tenerla en segundo y tercer grado, era como siempre se decía “nuestra segunda mamá”, ella conocía todo de todos, ella se divertía junto a nosotros armando los actos escolares, hacía las coreografías y se movía, bailaba para motivarnos.

Ella fue la que un día decidió que para que no nos aburriéramos en los recreos nos enseñaría a patinar, ya sí fue, se tomaba el trabajo de llevar patines para los chicos que no contábamos con ellos.

Ella es la protagonista del mejor recuerdo que tengo de mi paso por la escuela primaria, la “Señorita Delia” con sus aros, sus collares, sus flores en la cabeza, sus “muy bien diez te felicito” que te motivaban tanto, su paciencia, su alegría…

¡Vaya mi recuerdo para ella, y mis gracias por haberme alegrado un aparte de mi infancia!

Valeria

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